lunes, 12 de enero de 2015

Apuntes literarios

Empieza el año y recuperamos una de las secciones que más seguidores tuvo el curso pasado. La señorita X nos deja un magnífico relato sobre el primer día después de las vacaciones navideñas. Espero que lo disfruten.



La vuelta fue algo desoladora. Volvían con renovadas energías, que nunca en realidad les faltaron, quizás sí más impetuosas . Respaldados por la fuerza de su certidumbre de tener a buen recaudo sus deseos cumplidos aguardándoles a la vuelta a casa , incluso, propietarios de más de alguno que ni recordaban que los hubieran anhelado. Pues con esas garantías pensaron que bien podían jugarse la vida. Sólo cuando ésta transcurre tan afortunadamente puede uno olvidarse de valorarla en su más elemental esencia, la biológica, la integridad física. Debió ser algo así, de alguna manera, la justificación de aquello porque, de lo contrario, no se explica esa hiperactividad motórica y verbal con la que invadieron el aula y agotaron la jornada. Ni espacios, ni tiempos ni advertencias pudieron frenar aquellas ganas. Así que, una vez más, fueron los ángeles de la guarda o la providencia quienes se ocuparon de mantenerlos a salvo, siempre alerta para compensar tales desmanes infantiles. Las rutinas lucharon por restablecerse pero dejaban a su paso cierto vaho de inutilidad tan frustrante para mi persona. La lectura parecía pasar entre sus oídos como ..., digamos que ellos, como el que escucha llover, no, tratándose de niños andaluces, digamos que la lectura pasaba prácticamente inadvertida, cometiendo inocentemente el mayor de los  sacrilegios para mis ojos . Me tenían contenta! Así fuimos de despropósito en despropósito consumiendo una jornada memorable en la que tanto ellos como yo estábamos tan contentos. Y como suele suceder, las alegrías llegan a su término y cuando llegó el final, ellos marcharon tan felices como habían llegado al encuentro con sus padres, al retorno relativo, tras el paréntesis escolar, a la ensoñación navideña que todavía flotaría en sus hogares.  Y allí me dejaron a mí con un regusto combinado de alegría de volver a verlos, de frustración profesional, de gratitud y de un determinante propósito de que al día siguiente no se repitiera. Lo que menos esperaba yo, a pesar de la reflexión y consiguientes medidas preventivas y organizativas que ya había tomado, era que un solo comentario de una de las niñas, a primera hora de la mañana siguiente, paliara y me resarciera del mal sabor del día anterior cuando me hizo alusión a cierto contenido muy concreto de la lectura de la víspera. De su cabellera colgaban tres extensiones, una de ellas, blanca, adquiridas en un chino y elegida ésta acordándose, según me refirió, de los albinos , criaturas que salieron del texto del cuento leído aquel día memorable de vuelta vacacional. Me alegró el día! El ánimo profesional se restauró súbitamente . En casa, supongo, debieron empezar a descolgar adornos de los árboles, no sé, quizás el sueño matinal, aquellas medidas académicas o aquel ánimo recobrado, o tal vez la suma de un poco de todo, lo cierto es que ese día los niños se asentaron y la jornada transcurrió con la cordura habitual y pude disfrutar de verlos fluir de nuevo con su sólita sosegada alegría infantil.

1 comentario:

  1. Me encanta la escritura de la señorita X, ha descrito perfectamente las sensaciones de la vuelta al cole de los alumnos/as y del profesorado. Ya la echaba de menos, gracias por hacernos leer.

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